Es momento de cambio... o no.

Desde el inicio de la crisis se ha hablado de la necesidad de cambio. Partiendo de la base de que se han cambiado los paradigmas, se extrae fácilmente la conclusión de que es necesario cambiar todos los procesos, pensamientos, actitudes, etc. 

Hace unos meses, tras la eliminación de parrilla del programa de Andreu Buenafuente, el presentador declaraba "”Reinvéntate” me dicen algunos. No me da la gana. Un número de audiencia no me hará reinventar.” El discurso de los consejos fáciles y de las soluciones rápidas, triunfa sobre otros estilos de afrontar la vida que suponen esfuerzo y una actitud estoica ante las adversidades. 

Cambiar está de moda pero ¿el cambio es la mejor opción? Analizando a la mayoría de empresas españolas, está claro que no. Muchas son las que están probando nuevos procesos, métodos, productos, etc. pero  son muy pocas las que consiguen buenos resultados tras el cambio. De hecho, desgraciadamente, son muy pocas las organizaciones que se salven de la crisis económica que nos está afectando a todos. Entonces, si la situación es coyuntural, ¿por qué pensar que si cambio cosas me va a ir mejor? El agua que sabe mal en un vaso, seguirá sabiendo mal en otro.



No es lo mismo cambiar que adaptar. Cierto es que parece que las empresas deben adaptarse a un nuevo entorno que tiene poco que ver con el existente hace sólo unos pocos años, pero ¿por qué la manía de querer ponerlo todo patas arriba? La adaptación al medio por parte de la empresa ha existido siempre. La que no se adapta, muere. Es natural tender a hacer pequeñas mejoras que nos hagan ser más competitivos día a día. Sin embargo, ahora vamos mucho más allá: el cambio por el cambio. Está tan bien visto socialmente, que algunos de los que prometen grandes reformas siguen haciendo lo mismo de siempre con otro envoltorio.

Cuidado con los cambios y las modas. Cuantifiquemos los beneficios que podemos obtener y si no está muy claro, recordemos el refranero: "Virgencita, que me quede como estoy".

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